lunes, 7 de marzo de 2011

Diario -interrumpido- de viaje 4. Fijando postura


El pasado 25 de febrero se llevó a cabo una manifestación frente a la embajada de Libia en México. La convocatoria fue lanzada por los egresados de la maestría en ciencias sociales de FLACSO- México y a la que se adhirieron otras organizaciones como la Liga de Trabajadores Socialistas.
Para mí, la manifestación implicaba sentimientos personales muy fuertes. Sé que mi familia está bien. Todos están vivos, pero no sé nada más. Las comunicaciones han sido escasas y lo primero que mi hermana Amera o mi papá dicen al escucharme es: No te preocupes, estamos todos bien… aquí no está pasando nada… lo que dicen en las noticias no es cierto.
Vaya, que si buscan despreocuparme, no lo están logrando. Yo, como siempre, pienso lo peor: “es que seguramente ya no pueden ver otros canales más que la televisión oficial, y entonces pueden hacer parecer que efectivamente nada pasa… así la gente se confía, sale a las calles y la matan… así nomás, llegan y la matan.” –Es que después de todo, con los medios de comunicación, uno ya no sabe que es lo que sucede en realidad.
Pero a veces también me inunda la esperanza, raro en mí, y me da por pensar que ellos están bien, que no necesitan nada y que la situación en Trípoli no es tan mala… claro está que estos episodios son poco comunes.
Pero volvamos unos días atrás.
Cuando sucedieron los primeros enfrentamientos en Libia, Ferial, mi amiga de la embajada de Libia en México, me llamaba casi con la voz quebrada preguntándome si había podido comunicarme con mi papá, porque ella no. Por fortuna, papá me llamó esa mañana para decirme que todos estaban bien, así que tratando de tranquilizarla, le dije que no debía preocuparse… como si al decirle eso, yo me tranquilizara igualmente.
Los días fueron pasando y Ferial y yo nos llamábamos casi a diario para ver qué sabíamos de nuestras familias. Ella, que sí sabe árabe, me explicaba que estaban bombardeando Trípoli o que había mercenarios en las calles.
Yo, que me sugestiono con facilidad corrí a ver Al Jazeera en Internet (cadena de noticias árabe, que tiene su sede en Doha, Qatar). En Facebook me agregué en Aljazeera Sport y después de ver la confusión, me agregué en Aljazeera english. Ferial me mandó unos videos y en ellos vi tomas de las calles desoladas de Trípoli. Hasta creo haber reconocido ciertas avenidas. Las calles se ven cerradas por barricadas improvisadas… Llantas, muebles, árboles, lo que sea para que los tanques y los mercenarios no pasen. Imaginé el clima: las calles estaban mojadas… seguro hacía frío porque así se sienten los días lluviosos de invierno en Trípoli.
El siguiente video fue del TMC, el centro médico de Trípoli, donde mis hermanas Amera y Kholod estudian. Son pocos segundos de una grabación en la que se ve a unos doctores pasando a toda velocidad con una camilla. El siguiente corte es la morgue.
Decidí no ver más. Me impresiona el hecho de ver imágenes de las calles que hasta hace pocos días recorrí. Si no mal recuerdo, estuve cuatro o cinco veces en la Plaza Verde. Un día me fui con mis hermanas a la Universidad y al TMC. Cada que veo fotos o videos, o leo las notas, me siento bastante impotente porque no puedo hacer nada desde acá, más que marcar obsesivamente el teléfono de casa, la mayoría de las veces con la respuesta: “todas las líneas se encuentran ocupadas…” Y cuando hablo con mi familia me frustro más porque no sé en realidad si están bien o no.
De manera que la manifestación era algo que no podía perder… Era como si de alguna manera sintiera que estoy un poquito más cerca de mi familia y que estoy haciendo algo por ellos. La verdad es que eso no es nada más que mis buenas intenciones.
El viernes 25 llegué a la calle de Horacio y no supe para qué lado irme: Si saludaba a Ferial, quien estaba en la puerta de la embajada o sí me iba con la gente que estaba en el camellón reuniéndose lista para comenzar con la manifestación.
Y aclaro el porqué: Entiendo la necesidad de hacer la manifestación contra Gadaffi frente a la sede diplomática, porque si no, en dónde. Pero también sé que la gente de la embajada no está con Gadaffi, sé que ellos tienen a todas sus familias en Libia y que temen por lo que les pueda ocurrir.
Ahora también entiendo que trabajar en la embajada es más una necesidad que un gusto. En Libia, todos o casi todos trabajan para el gobierno, pero eso no necesariamente quiere decir que sea porque le son fieles al régimen. Es como yo, trabajo en Conacyt y me cae de madres que no soy panista… pero tampoco soy priista o perredista, o del verde. Soy apartidista y punto.
Decidí saludar a Ferial de lejos y después me acerqué a Ramón de FLACSO. Se acordaba de mí, pero no recordaba bien a bien de dónde era. Después de darle referencias de más, él se fue a organizar a la banda para comenzar con el acto.
Y será porque conozco algo de FLACSO, pero me parece que el discurso de Ramón fue el más pertinente de la tarde. Dando un contexto de Libia, dijo claramente porqué tiene que salir Gadaffi, y sin descuidar el foco principal de la concentración, también dijo porqué no hay que descuidar el panorama mexicano.
Luego vino la segunda intervención de la tarde. No es que fuera mala, pero me parece que hubo juicios hechos sin fundamentos. En algún momento habló de la lucha de las mujeres libias… ¡Si Libia no es Túnez!
Yo estuve en Libia hace unas semanas y claro, eso no me hace conocedora ni experta del tema, pero las mujeres libias no son como las tunecinas. Sana Ben Achour, Presidenta de la Asociación Tunecina de Mujeres Demócratas, dijo: “Desde que empezó el movimiento revolucionario contra el régimen (en Túnez, por supuesto), las mujeres han estado presentes en las calles. Son mujeres de clase media, de las clases populares, universitarias, jóvenes. Todas estaban allí y han participado en esta ola que comenzó el 17 de diciembre, después de que el joven Bouazizi se inmolara…”
En Libia, la situación es de exclusión para las mujeres. El caso más sonado de una activista libia es el de Salwa Bugaigis, una abogada de unos cuarenta y cinco años, quien está organizando y dirigiendo la resistencia desde un edificio de cuatro plantas que antes era la Oficina del Procurador y que está cerca de la playa de la segunda ciudad más importante del país, Benghazi.
Pero, en general, en Libia las mujeres apoyan de otras maneras: Cuidando y protegiendo a los hijos, procurando la comida, ayudando a los hombres en la resistencia desde casa, pero no, yo no veo mujeres que salgan a las calles, a diferencia de Túnez o Egipto. Vean las fotos. Las mujeres prácticamente no aparecen.
En eso salió el embajador. Un discurso ambiguo que a nadie dejó contento. En su mensaje decía que el estaba con el pueblo libio. Y ya. Una frase que no compromete a nada. Exigimos que renunciara, que se pronunciara contra Gadaffi. No lo hizo. Ferial después me explicó que seguramente es porque tiene miedo a las represalias contra su familia. No lo justifico, pero lo entiendo.
La manifestación siguió su curso, y voy de acuerdo, como planteaba Ramón, que no hay que descuidar nuestra atención a los problemas que acá vivimos. En México, en esta estúpida guerra llevamos más de 30 mil muertos, pero la protesta era por Libia.
No entendía para qué gritábamos que se fuera Calderón, si a fin de cuentas la gente de la embajada es en su mayoría libia. No entendía qué tenía que ver la injerencia de EU en América Latina, si a lo que íbamos era a expresar nuestra inconformidad con la injerencia de EU en el Magreb y Medio Oriente.
Me sentí con el corazón roto, así como cuando me despedí en el aeropuerto, tanto al salir de México, como al salir de Libia. En el acto vi a un par de chicas usar el hiyab de cualquier manera, menos como lo usan las mujeres en libia y me revisé las manos tatuadas por el henna que me pusieron en casa un día antes de partir.
Hubo un momento en que no supe qué estaba haciendo ahí, gritando consignas contra Calderón –que se las merece–, pero que no era el escenario donde debía de hacerse. Sentí que aunque fueran buenas intenciones había un desconocimiento brutal de Libia… El mundo árabe está lejos de nuestra comprensión, si no nos informamos y más aún, si no tratamos de dejar de lado nuestra visión occidental, por más liberal que sea.
Salí de la manifestación junto a Ferial que también salía de la embajada. Sentí cómo mucha gente se me quedó viendo como… ¿y bueno, que ésta no estaba en la manifestación? ¿Qué hace con una gente que trabaja para el asesino de Gadaffi? Decidí no mirar atrás.
Esa noche Ferial, Jorge su esposo, y su hija Dunia acabamos comiendo en El Camellito y sentí mucha nostalgia por mi familia y porque por esas calles hace no mucho tiempo pedí un deseo de amor mirando la Luna, Saturno y las estrellas. Aunque la comida era libanesa, no libia, el tabule, el canclish y las aceitunas negras me reconfortaron.
El domingo siguiente hice de comer. Preparé el cuscusi como lo prepara mi familia. Todos los presentes comimos del mismo plato y nos sentamos en el suelo, como yo me sentaba en mi casa en el barrio de Ben Ashur en Trípoli.
Ese día Amera, mi hermana, me llamó para ver si me había salido bien la comida. Yo me quedé con la pregunta en la boca de si ellos necesitaban algo. Ya sabía lo que me respondería.
Desde ese día no sé nada de ellos. Paso el día pegada a la computadora y escucho los discursos delirantes de Gadaffi, de Chávez y de Clinton…mientras espero a que mi celular suene para otra vez escuchar: estamos todos bien, no te preocupes.


A manera de Posdata: Los diarios de viaje están listos para publicarse, hay muchas historias por contar y más fotografías por ver, pero de alguna manera, ante la situación de emergencia que vive Libia, me parece un sinsentido continuar la publicación... La reanudaré en cuanto avisoremos una salida... la cual no parece estar cercana y tampoco parece ser la mejor. En la manifestación, el últmo orador decía no al intervencionismo en Libia, así que fuera Gadaffi, pero también fuera EU, la ONU y la OTAN. Libia es del pueblo libio.